polaca. Desde las ventanas de mi despacho vi cómo eran cargados en camiones muebles, cofres y documentos. Me volví hacia mis colaboradores y dije:

—Aquí tienen su guerra. Pero no crean que será una guerra corta. Podrá durar cinco, seis o siete años...

Mis colaboradores me miraron con ojos incrédulos. Debieron tomarme por un incorregible pesimista. Tres semanas más tarde, los hechos parecieron darles razón. Polonia había sido derrotada en 21 días. Hasta aquel momento, Francia e Inglaterra no habían disparado un solo tiro contra nosotros.